El mate y el gringo

A no ser que vivan en EEUU y estén hablando en español neutro o español centroamericano, cuando se hace referencia a “mate” todos sabemos de que se está hablando. Bebida, costumbre, acompañamiento o mítica red social, el mate ha existido y sobrevive desde hace años en nuestra cultura, ya sea en forma de madera, calabaza, vidrio, cerámica, aluminio, pezuña, caña, silicona el mate existe entre nosotros. Y con la libertad literaria que me autoadjudico digo que el mate, EL MATE, es ese que si le dejás la yerba de un día pare el otro queda con un gusto espantoso, es ese que precisás curarlo por 24 horas (por lo menos!!), es ese que dicen que está lleno de hongos y es insalubre, si no cumple con lo anterior dicho, NO ES MATE, no me vengan con "mates" de silicona, de cerámica o de vidrio, deformaciones hippie chetas de una cultura milenaria. 

Dicen que el mate une, dicen que el mate sociabiliza, dicen que el mate se comparte...andá a explicarle eso a un gringo cuando vea que una sociedad comparte un “vaso” de madera (en el mejor de los casos) con algo adentro semejante a pasto, orégano o yuyos, que le meten agua caliente, y que todos van chupando de un elemento clavado a ese contenido, cual pipa de la paz; no hay discurso que valga para hacerle entender a ese gringo que el mate es la bebida tradicional del país, que lo toman niños, jóvenes y viejos, no hay forma de hacerle entender que por mas mate que se tome, una persona puede llegar a viejo sin morir en el intento. Si el gringo está mal de la cabeza, y acepta tomar uno, empezamos advirtiéndole que es una bebida amarga, caliente, y que por mas bebidas y comidas exóticas que haya probado en su vida, nada se compara al gusto que va a sentir. Una vez que le cebamos el mate, se lo damos con la mejor cara que podemos poner, pero seguramente pensando, "cómo vas a sufrir", "quiero ver esa cara de asco que vas a poner", "sabes donde te va a quedar la sociedad de consumo", "tomate este capitalismo", y pensamientos similares, lo entregamos en sus manos, viendo el humo del agua caliente subir. El gringo lo va a mirar, lo va a dar vueltas, debe estar pensando como agarrarlo, apela a su memoria visual, y en ese juego de desafío entre el y el mate acerca la boca a la bombilla y zasssssss!! no nos empieza a putear porque todavía está tragando el liquido, y una vez que lo pueda hacer, poco le va a importar el gusto amargo, porque la piel ya la tiene colgando del paladar, y la garganta todavía le está ardiendo. Nos devuelve el mate y le decimos algo como "mirá que tenes que terminarlo, tenes que chupar hasta que haga ruidito", y después de terminarlo, una vez que nos apoderamos nuevamente del elemento, irónicamente preguntámos: "¿te gustó? ¿querés otro?" 

Porque el mate une, el mate sociabiliza, el mate se comparte, pero que sociedad jodida que somos, y como nos gusta ver sufrir a los gringos cada vez que le damos un mate con agua hirviendo, bien amargo, con esa espumita blanca verdosa que caracteriza a los primeros mates.

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