De lentes de Sol, migrañas y mentiras.


Tranquilamente caminaba desde mi trabajo hasta mi casa, cuando vi que frente a mi venía una pareja. Se fueron acercando y percibí que por más que iba lentamente corriéndome hacia un costado para darles paso, el hombre que venia con su mujer seguía interponiéndose delante mío y empezó a preguntarme “¿Para qué te pones los lentes de Sol? ¿un uso primitivo y natural que sería protegerse del Sol?, ¿parecer más atractivo?, ¿crear una barrera de distancia?, ¿o porqué te crees un actor, político, o un agente secreto?”

“¿Qué secreto queres esconder atrás de esas mamparas con las que te tapas los ojos? Te venia mirando de lejos, y traté, con mucho esfuerzo poder afinar la visión para intentar ver si es que hay ojos ahí atrás, si no está dormido, e incluso si me estabas mirando a mi o a mi mujer, porque debes ser de esos pervertidos de mentes retorcidas que andan siguiendo a las personas con esos lentes puestos para mirarlas, como si fueras casi un asesino serial, o un demente.”

“¿Te crees más lindo por tener esos lentes puestos, y seguir sin sacártelos mientras te hablo, ¿qué te pasa, seguís mirando a mi mujer?, da la cara si sos tan guapo o lindo como pensas atrás de esos lentes. Mirá que el no te pego porque tenes lentes conmigo no va, si te tengo que meter una piña te la meto de una sin ningún problema. Me daría lástima si supiera que sos ciego, y ahí entendería a medias que los usaras, porque para que quiere un ciego usar lentes, pero en tu caso no tenes ni bastón blanco, ni verde y tampoco te acompaña un perro guía, así que no sería tu situación.”

Para ese momento ya había arrancado a empujarme levemente, pero lo suficiente para que me retumbara la cabeza como si estuviera en el medio del desfile de llamadas, cuando perdí un poco el equilibrio obviamente me caí, el tipo volvió a acercarse a mi y con un “cagón” se fue de la mano de la mujer, que había estado ahí desde el principio y que nunca se había dado cuenta de que la había mirado más de una vez.

Lo que el señor nunca supo, y yo no tuve la oportunidad de explicarle fue que el uso de los lentes de sol no es ni por excéntrico, creído, ni para ocultarme, simplemente sufro de migrañas que muchas veces me dan vuelta, hasta el punto de que cualquier rayo de luz para mi es igual a un láser atravesándome las pupilas, y que me hace ver estrellas fugaces, y destellos por todos lados como si estuviera aterrizando una nave espacial al lado. Cefaleas constantes, rítmicas, en la frente, que se bajaban hasta los ojos, bastante jodido, hace años vi a algún médico que otro, me hicieron algún estudio que otro sin encontrar gran cosas, por lo que hoy me automedico yo mismo, y como uno no puede decidir si ir a trabajar o no aún sintiéndose así, hoy volvía del trabajo con mis lentes de sol para tratar de tapar un poco esa fiesta de las luces que se me atravesaban.

En fin, he sabido convivir con este desequilibrio de salud, así que un desequilibrado mental no me va a afectar mas ni menos.

Mientras intentaba volver a levantarme, se me acercó una señora que amablemente me ayudó, indignada por la situación y con un “Ya no se respeta nada. ¿A dónde vas mijo, te acompaño? Y dame esa mochila que pesa mucho que yo te la llevo”, la señora seguramente pensó que era ciego, le di la dirección de mi casa, acepté que me ayudara, que llevara mi mochila, y que me convidara con las galletas que iba comiendo, porque como dicen por ahí, hay que saber aprovechar las circunstancias, y “el que no llora no mama, y el que no mama es un gil”.

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