Los revoltosos del fondo


Debo admitir que siempre me llamó la atención de las separaciones naturales que se dan en los salones de clases, están los del fondo, los del frente, y los del medio; de los del fondo con su capacidad de que lograban entender ya de jóvenes que había cosas más importantes de las que preocuparse, de que había que tomarse la vida como una gran joda, y de que la risa es la mejor medicina; los del frente con su capacidad de entender todo de una manera rápida, por sus inteligencias, por sus imágenes casi inmaculadas y perfectas, sus buenos modales y su capacidad de alcahueterismo y de entender que trepar apoyándote en la cabeza de los de abajo es la forma más fácil de conseguir con lo que se quiere; y los del medio que trataba de seguirles el ritmo a los de adelante, pero siempre quedaban a medio camino, casi ahogándose en la orilla después de tanto nadar, pero cerca de los que te contagiaban risas por más de que se estuvieran riendo de vos.

Y el otro día mirando un programa me di cuenta de algo, sin dudas muchos de los del frente, esos seres casi celestiales, etéreos y perfectos están hoy por hoy en lugares importantes, atrás de escritorios planificando las políticas y las economías de los países, las estrategias en un campo de batalla, e inclusive, atrás de grandes empresas diseñando e innovando en lo que se te ocurra o cruce por la cabeza en este momento; pero me alegra saber, que sin los revoltosos, no serían nada, porque serán los revoltosos los que vayan al campo de batalla, serán los revoltosos los que prueben nuevas tecnologías, nuevos medicamentos, los que se convertirán en conejillos de pruebas, serán los que voten a los políticos, y serán quienes inviertan y pierdan dinero en las políticas que un señor de adelante pensó en su escritorio; pero seguirán siendo los que te hagan reír, los que te hagan salir de la rutina diaria, porque seguirán resaltando en un programa de radio, en un programa de televisión, atrás de un chiste, de un relato o de una canción; no serán ratas de bibliotecas comiéndose cuanto libro tengan a mano, no serán cerebros con pies, pero serán nuestras alegrías diarias.

Miro hacia los costados, y sigo viendo a este hermoso grupo de zánganos, un ejercito de risas de todas la edades, vemos como se abre la puerta del salón y entra a la que apodamos “delfín” (porque suele hacer dos o tres pelotudeces y después nada y nada), nos reímos, se sienta a mitad del salón, uno del fondo carga su lapicera bic con un chumbito, apunta, y va directo a la cara de ella. Nos volvemos a mirar entre los colegas, nos reímos, agradecemos que los salones tengan esos ventanales para poder ver desde afuera, uno se levanta para agarrar la libreta de clases y a las palabras “a sufrir un rato” sale directo al salón, era el profesor de física. Por mi parte, estoy en una hora libre, o como suelen llamar, “hora puente” por lo que puedo tomarme un rato para inventar algún apodo o contar algún chiste y entender que por más que exista o no un salón de clases, siempre existirán los revoltosos del fondo.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La NASA lo hizo otra vez.

La vida en 5 centímetros

Sueños