Tengo un hipster


La última incorporación en la empresa fue un “hipster”, y lo puedo decir ahora porque se tomaron el tiempo de explicarme que era eso, porque si vamos al caso, el día que lo vi entrar no sabia que era, o quien era; camisa con todos los botones abrochados, y digo todos, hasta el último, ese que te asfixia pero que a ellos les encanta llevar; el aspecto de la camisa vieja, pantalones de tela, también emulando a telas viejas, muy viejas; en la cara llevaba unos lentes que parecían directamente una ventana, grandes, también de aspecto avejentado, el pelo peinado hacia un costado, barba y bigote; unas zapatillas que soy incapaz de definir, un portafolio de cuero marrón...en fin, lo vi entrar y lo primero que me dijeron, supongo que para calmar mi cara, fue “es el compañero nuevo, un hipster” a lo que repregunté “¿un qué?, ¿un hamster?”, y créanme que me lo imaginé adentro de una jaula corriendo en una ruedita con una semilla de girasol en las patas, perdón, manos.

En fin, no caía de mi asombro, no por el nuevo compañero, sino por descubrir que mi abuelo era un visionario, y que el también era un hipster, seguramente incomprendido en su época. Pero a diferencia de mi abuelo que se llama Abelardo, el compañero se llama Yonnathan (si, con Y, con dos “nn”, y con una “th”), por lo que pasó a ser “el hipster Yona”, algo que no pegaba con nada, todo ese estilo vintage, con aire intelectual, con un nombre “moderno”.

El Yona resultó ser una persona increíble, incomprensible, pero increíble de todas formas, sin dudas superior a uno, y como con todo lo que no entendemos o todo lo que nos hace o nos pone en una posición inferior rechazado en un principio, pero tiene algunas cosas que son dignas de replicar.

Nos enseñó la cultura del afteroffice, que no es otra cosa que la de juntarnos a la salida del trabajo a tomar alcohol, en vez de esperar a la noche, pero el tema del alcohol con ellos es un tanto peculiar, no por el gusto de la bebida alcohólica, porque en realidad todos toman cerveza, sino por el tema de la cerveza que toman, porque ellos son de la “cerveza artesanal” (y traten de leer eso último con un tono de voz casi tenebroso y místico)....”cerveza artesanal” ohhhh...uhhhhh; que no es otra cosa que una cerveza puesta en un barril, a la que le meten algún ingrediente más para poder darle un gusto “diferente”, mas dulce, mas amarga, mas yuyos, mas color, y así le pueden poner nombres como Ale, IPA, Stout, Bitter y después según el “color” o el “gusto” podemos encontrar las de trigo, las negras, las rubias, las tostadas, las rojas, las verdes...un mundo de cervezas sin dudas, pero todas con la característica de que son sin efervescencia, y calientes. Otra cosa que nos intentó enseñar fue la importancia de alimentarse con comida orgánica, porque no comen nada que no sea orgánico, pero es algo que todavía sigo sin entender mucho.

Ya pasaron unos meses desde que llegó El Yona, y es claramente visible que todos nos empezamos a dejar la barba, no por modismo, sino por la vagancia que nos da agarrar una maquinita para afeitarnos, camisa la mayoría ya usábamos por lo que en realidad eso sigue igual, la jefatura de la oficina nos mandó a realizar un test de visión, al que nos dio a todos mal, así que todos estamos con los lentes puestos, han levantado alrededor de las oficinas paneles de acrílico transparente, pusieron una mesa con semillas para que podamos comer libremente junto con un dispensador de agua, y en este momento están entrando la ruedita para que hagamos ejercicio y no terminemos vagos y panzones.

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