Efectos secundarios.

Los años no vienen solos me han dicho ya unas cuantas veces, y viene siendo una frase repetida cada vez que empiezo a hacer cuentos de mis vueltas con médicos, porque si hay algo que tienen los médicos es que encontrarte algo siempre te encuentran, y es de esa forma que entrás en una secta en donde te empiezan a derivar a cuanta especialidad hay con la finalidad de encontrarte cada vez más cosas.

 

Uno sale de una consulta médica con recetas y pedidos; pedidos de estudios, pedidos de interconsultas, pedidos y más pedidos, y recetas donde desgraciadamente y como si te dieras con un camión contra un paredón, empezás a darte cuenta que ya las cosas no funcionan tan bien como hace unos años atrás. Pastillas para esto y para aquello, para lo que tenés y lo que vas a tener (si, además son futurólogos y adivinos), y uno, como ganado al matadero, va con todo eso a la farmacia y saca todo lo que te recetaron. Hasta ahí, dentro de todo es bastante llevadero, el problema empieza cuando se te ocurre leer el prospecto de los medicamentos, porque es una manía que tenemos innata, buscarle el pelo al huevo, la quinta pata al gato, y los efectos adversos de lo que vas a consumir (sacando el alcohol).

 

Pero esta gente vive en otro mundo, totalmente despegados, y en vez de ponerte “adverso”, palabra que ya de por sí suena negativa, te usan la de “secundarios” como restándole importancia, pero la verdad que es que te dejan claro que los efectos “secundarios” van desde un mareo, vómitos, sangrado, a ideas de auto-eliminación. Si, no es joda, hay medicación que tiene como efecto secundario que te pueden generar ideas de auto-eliminación, sin dudas el beneficio de tomar una droga con ese adverso en su prospecto tiene que ser, como mínimo, la inmortalidad.

 

Pero las tomamos igual, nos comemos la pastilla, nos tomamos el jarabe, o nos inyectamos lo que nos dicen que tenemos que introducir en el organismo porque nos va a mejorar y porque casi que ciegamente seguimos confiando en que los médicos son Dioses que bajan del Olimpo a ver a los mortales una vez cada tanto.

 

Pero si hay algo cierto dentro de todo esto es que donde seas un poco frágil y estés bajoneado por todo lo que te van encontrando en tus visitas a los médicos, después de leer los prospectos, terminás: tirándote abajo del primer auto que pase; comprando un arma; solicitando una reunión con integrantes de algunos partidos políticos de derecha para decir que además de tener la apariencia delictiva, sos un delincuente suelto y una amenaza para la población; o comprando un pasaje directo a China para bajar en el aeropuerto y tratar de esquivar los controles sanitarios que tienen instalados mientras grito “tengo el colona vilus en mi sangle”.

 

Voy a ahorrar en lectura y para el próximo control directamente voy a llevar una cuerda, un revólver y un cuchillo para preguntarle al médico cuál es la que considera más eficaz; y ahora que lo pienso, los prospectos no mienten, aún sin haber empezado a tomar ninguno de los nuevos medicamentos ya estoy teniendo ideas suicidas.

 


 

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