Los primeros fríos



    Los meses de Mayo y Junio se caracterizan por empezar a preparar nuestro cuerpo contra los fríos. Lejos estamos del crudo y desolador invierno, pero cerca están los primeros fríos y con ellos los primeros resfríos y las tan temidas, y casi prohibidas gripes (recordemos que desde el 2020 decir “gripe” es casi una mala palabra que se acompaña de una exclusión social y de ser marcado cual portador de la peor peste).

    Lo que tienen en común tanto a la gripe como al resfrío son los mocos, si bien pueden existir otras variantes o agregados como la tos, el cansancio, la fiebre, el dolor de cuerpo, la congestión (con dos de estos ya te están mandando a hacer un hisopado así que espero que los hipocondríacos no estén leyendo), la característica principal es la existencia de mocos ya sea en estado líquido, sólido o plasma.

 

    ¡Y qué molestos los mocos!, pocas cosas me ponen de tan mal humor como la existencia de mocos en mi propio cuerpo, en el del otro mientras no sea testigo de que algo sale de su nariz, cual Pegajoso (aquel personaje verde de los caza-fantasmas) no me molesta, pero donde sienta el mínimo moco, o mínima gotita en mi nariz, el mal humor explota, y es que pasar todo el día haciendo ruidos con la nariz, autoaspirándolos, o al sonar en un pañuelo descartable (los de tela deberían estar prohibidos desde el Siglo XVIII) o haciéndome entender porque la voz nasal es una porquería es horrible.

     

    El pañuelo debería tener un estudio a parte para entender cuál es la atracción y la adicción que existe entre el moco, el pañuelo y la persona que después de sonarse la nariz se pone a contemplar ese pedazo de papel o de tela (si todavía vivís en el Siglo XVIII) y que es lo que se espera encontrar ahí. Lo que no termino de entender, y esto es un pedido para los organismos sanitarios reguladores, ¿por qué no hay un aviso de que el pañuelo descartable es también perjudicial para la nariz?, nadie puede negar que el uso repetido irrita y lastima si estás todo el día mete que mete, y saca que saca mocos de la nariz; ni te digo si llegás a utilizar papel higiénico o sanitas.

    El rollo de papel higiénico como elemento sonador de nariz es pintoresco, aclaro, no es agradable ni hermoso, es pintoresco, ya sea para usarlo como para verlo usar. He tenido la “fortuna” de entrar a oficinas en donde el que me atiende está resfriado, y el rollo de papel higiénico está al lado del ratón de la computadora, frente a este panorama no tuve otra que preguntarle si ahí era un baño, si vendían rollos y el que estaba ahí era de muestra, o que. También están los que lo llevan escondido, en la cartera, adentro de una mochila, o en el morral; esas personas son identificables porque son las que con cara de sospechosos meten sus manos dentro de alguno de esos elementos, y mirando hacia los costados cortan un pedazo de papel “disimuladamente” (por lo menos se dan cuenta que sacar el rollo en un lugar público no está muy bien visto) pero vos no sabés si van a terminar sacando un arma o un cuadrado de papel hasta que ponen sus manos nuevamente visibles.

 

    En fin, a modo de ayuda memoria y resumen: los mocos son molestos, la voz congestionada también, los pañuelos son irritantes, el hisopado es insoportable, el pañuelo usado no es un mapa de tesoro, llevar un rollo de papel higiénico en la mano no está bien visto (el papel absorbente de la cocina tampoco), el sudor de pecho no te cura, el uso de jengibre y otras hierbas tampoco, el pretexto de tomar grapamiel es casi de borracho, y decir que te gusta el frío y el invierno es casi visto como un síntoma de locura, así que no recomiendo que lo digan, a no ser que sean poco criteriosos y les importe poca cosa lo que digan o a que manicomio te manden como a mi.

 


 

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